domingo, 10 de febrero de 2008

UN SER ENIGMÁTICO LLAMADO HOMBRE

Por: Carlo Magno Torres Lora




Jugó con fuego y se hizo hombre, jugó con formas y descubrió la rueda, jugó con el magnetismo y conquistó los mares, jugó con el aire y cortó caminos, jugó con el espacio y no tuvo fronteras. Aunque no existe método ni técnica para descubrirse por sí mismo, el ser humano ha sido siempre el más enigmático y misterioso de los seres sobre la tierra; desde que descubrió cómo dominar el fuego y lo adaptó a su forma de vida, utilizándolo luego para expulsar a las fieras de las cuevas lóbregas y hacerlas habitables, hasta las grandes construcciones de nuestros días y la fabricación de naves hipersónicas para dominar el espacio e intentar vivir en él fuera de la tierra. Ahora, juega con la vida clonando seres y tratando de encontrar el mapa completo del Genoma Humano para mejorarla y extender más nuestra existencia. Pero el hombre, por carecer de un idioma universal, ha guardado por milenios de años tantos misterios que, en nuestros días, ni los más expertos científicos y estudiosos han podido descubrir, manteniendo sus teorías sólo en hipótesis, basándose en métodos que en cierta forma, nos hacen dudar de la verdadera realidad o tal vez, estamos pasando por un estado de amnesia colectiva.

PREGUNTAS SIN RESPUESTAS

Entre estos misterios, es necesario empezar con los nuestros, los Incas. Se puede deducir cómo hicieron un gran Imperio, conquistando sólo a los pueblos que podrían aportar y dejar un legado realmente cultural; las mismas que les permitieron ser indudablemente, los más grandes de América. Pero, nadie ha podido comprender y entender cómo pudo hacer semejantes arquitecturas en piedras sobrepasando la lógica común.

Otros aportes de estas Culturas, es el dominio de la filigrama fina, la cerámica perfecta, los colores perpetuos en elegantes y suntuosos mantos, el conocimiento de la hidráulica a través de canales de riego tecnificado, habilitados hasta hoy; el dominio del mar, el cual le sirviera para sus insumos comestibles, arribando a costas lejanas para comercializar con otros pueblos. Y cuántos atributos más se le podría rescatar a esta gran Cultura que aún sorprende al mundo entero. ¿Desde Cuándo lo hicieron?, ¿Quién les enseño?, ¿Por qué y para qué lo hicieron? Son las grandes cuestiones hechas por el hombre moderno al hombre antiguo. Si bien es cierto que toda pregunta tiene su respuesta, aún estas no la tienen.

Lo mismo pasa con los Mayas y Aztecas; cómo lograron saber tanto de astronomía que elaboraron el calendario solar de 365 días, el cual dejó sorprendidos a los españoles en 1519 cuando llegaron a conquistarlos, no se sabía quién era más ignorante, sí Moctezuma II o Hernán Cortés. Al entrevistarse los dos y discutir sobre astronomía, sus calendarios no coincidían por el simple hecho que los europeos no contaban como bisiestos los años que terminan siglo, excepto, aquellos cuyas dos primeras cifras, de la izquierda, sean divisibles por cuatro, en pocas palabras, hacían uso del calendario Gregoriano. Las respectivas cuestiones serían; ¿Quién les enseñó a usar los astros para indicar el lugar y tiempo exacto en que se encontraban?, ¿Por qué sus construcciones piramidales, son semejantes a la de los egipcios?, como también a la de los Incas peruanos (Machu Pichu y las pirámides de Túcume), ¿Por qué para ellos como las culturas mencionadas ubicadas en distintas latitudes, el sol es su máximo dios y la Luna, la enigmática virgen desposada por el astro rey?, ¿Por qué se llevaron todas estas respuestas y su tecnología a la tumba?
Existe otro camino para llegar a estas respuestas y encontrarles su lógica, es probable que llegaron a tener estos conocimientos a través de seres de otros mundos, quienes al verlos tan distantes de la civilización, les enseñaron y dieron sabiduría para ser ricos en sus propios dominios, en su propio espacio y en su propia tierra, pués, antes de tratar de comprender lo que existe más allá de nuestra atmósfera, hay que comprender nuestro hábitat, el cual nos ha cobijado tan armoniosamente durante miles de años. Sólo nos queda darle tiempo al tiempo, pues la espera no es perpetua y la más digna de nuestra especie.

Si el hombre supo esperar para dominar el fuego, por qué no esperar por estas respuestas, al fin y al cabo, ellas se encuentran aquí mismo, en nuestro hogar la Tierra, el tercero desde el sol y el séptimo desde Plutón según los Súmeros. Ellos son los autores de las escrituras más antiguas de nuestra raza y es en ellas donde afirman que existen diez planetas en nuestro sistema solar, siendo este último el más lejano de nuestra estrella enana por encontrarse en una órbita independiente a la de los demás y fueron creados por seres llegados de otro mundo llamados Anunnakis. Estas escrituras halladas en arcilla, son semejantes a las de la Biblia e incluso, se coincide demasiado en la creación del Hombre.

Nadie parece ser dueño de la verdad absoluta, pero lo cierto es que todas las repuestas están aquí mismo, en la Tierra o tal vez, fuera de ella.

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