viernes, 8 de febrero de 2008

EL ECOTURISMO: DEFINICION, ALCANCES Y DESARROLLO EN EL MUNDO

De manera de evitar o al menos minimizar los efectos adversos y de aprovechar al máximo los beneficios potenciales, se requiere de un enfoque más efectivo y ambientalmente responsable del turismo en áreas naturales a nivel mundial. Este nuevo enfoque se conoce ya universalmente como 'turismo ecológico' o 'ecoturismo'. El término 'ecoturismo', así como su definición preliminar, fueron acuñados en 1983 por el Arq. Héctor Ceballos Lascuráin.

La UICN (La Unión Mundial para la Naturaleza) define al ecoturismo como "aquella modalidad turística ambientalmente responsable consistente en viajar o visitar áreas naturales relativamente sin disturbar con el fin de disfrutar, apreciar y estudiar los atractivos naturales (paisaje, flora y fauna silvestres) de dichas áreas, así como cualquier manifestación cultural (del presente y del pasado) que puedan encontrarse ahí, a través de un proceso que promueve la conservación, tiene bajo impacto ambiental y cultural y propicia un involucramiento activo y socioeconómicante benéfico de las poblaciones locales" (Ceballos-Lascuráin, 1993b).

Lo anterior significa que la definición del ecoturismo comprende un componente normativo. Sólo a través del establecimiento de lineamientos estrictos y de su cumplimiento se podrá garantizar que el ecoturismo no se convierta en un agente dañino para el patrimonio natural o cultural de un país o región. Es por ello que el ecoturismo es una modalidad del turismo sostenible, que a su vez se inserta dentro del marco general de desarrollo sostenible. Este último ha sido definido como un patrón de transformaciones estructurales de índole socioeconómica que optimiza los beneficios sociales y económicos del presente, sin poner en riesgo el potencial para obtener beneficios similares en el futuro. Por tanto, el turismo sostenible es todo aquel turismo (ya sea basado en recursos naturales o no) que contribuye al desarrollo sostenible. Al concluir nuestro milenio, es evidente que toda actividad turística debe integrarse al gran rubro de turismo sostenible. Pero eso no significa que todo el turismo deba convertirse en ecoturismo. Habrá gente que quiera seguir viajando para visitar las grandes ciudades y los parques de atracciones, divertirse en los centros de playa y en los casinos y centros nocturnos o ir de compras a los grandes centros comerciales. Pero todas estas modalides turísticas deberán convertirse en procesos de desarrollo sostenible.

El concepto de ecoturismo ha recientemente emergido como una opción viable tanto para conservar el patrimonio natural y cultural, como para promover un desarrollo sostenible. Por tal motivo, las organizaciones interesadas en la conservación de la naturaleza, incluyendo la UICN, se encuentran activamente
involucradas en la difusión y promoción de este tipo de turismo ambientalmente responsable vinculado con áreas naturales, el cual requiere de un enfoque multidisciplinario, una cuidadosa planeación - física y administrativa - y pautas y reglamentos que garanticen una operación sostenible.

El ecoturismo habrá de enfocarse como un componente lógico del ecodesarrollo, y sólo a través de un involucramiento intersectorial podrá verdaderamente alcanzar sus objetivos.
Gobiernos, empresa privada, comunidades locales y organizaciones no gubernamentales (ONGs), todos tienen papeles importantes que jugar. Es evidente que los diferentes países del mundo deberán establecer planes nacionales de turismo, mismos que habrán de incluir estrategias y pautas ecoturísticas bien definidas.

Recientemente han sido creados en diferentes países consejos nacionales de ecoturismo (CNEs), integrados por representantes de todos los sectores involucrados en el proceso ecoturístico, con resultados iniciales promisorios. Ya que el nuestro es un planeta que constantemente se encoje (debido a los servicios y facilidades modernos de viaje, así como a tratados económicos y comerciales), las estrategias ecoturísticas deben también partir de un enfoque regional. Los diferentes países podrán conjuntar esfuerzos a fin de ofrecer atractivos paquetes integrados dentro del creciente mercado mundial de servicios ecoturísticos.

Antes de pretender que el ecoturismo alcance su pleno potencial y a fin de evitar los escollos, se requiere del establecimiento de principios bien fundamentadas y lineamientos claros para un involucramiento activo apropiado de carácter intersectorial, en el que participen autoridades públicas, comunidades locales, administradores de parques y otras áreas protegidas, ONGs y la empresa privada. Se requiere asimismo de investigaciones a fondo, tanto de carácter regional como a nivel de sitio específico, sobre los impactos ambientales y socioeconómicos del ecoturismo, el desarrollo de estrategias a nivel nacional y regional, la definición de itinerarios y circuitos ecoturísticos, así como el establecimiento, monitoreo y evaluación de proyectos piloto hábilmente seleccionados.

Existe el peligro de que negociantes y promotores sin escrúpulos, fingiendo ser "empresarios ecoturísticos", obtengan permisos oficiales para desarrollar actividades que son dañinas al entorno natural y/o cultural. Las autoridades gubernamentales y las ONGs deben mantenerse alertas a fin de detectar estas iniciativas y detenerlas a tiempo.
Un aspecto que deberá enfatizarse es que, si el ecoturismo se restringe sólo a las áreas legalmente protegidas, demasiadas presiones podrán llegar a ser ejercidas sobre éstas. Asimismo, promover el ecoturismo en áreas naturales que no se encuentran legalmente protegidas puede propiciar que las comunidades locales, por propio interés (y no sujetas a presiones legalistas externas), conserven sus áreas y recursos naturales circundantes.

En todos los países del mundo (sobre todo en aquellos en que el turismo juega un papel vital en su desarrollo socioeconómico, como el nuestro), una alta prioridad gubernamental debe ser la consecución del vínculo más productivo posible entre el turismo - incluyendo el ecoturismo - y la conservación de la naturaleza y los recursos naturales (así como patrimonio cultural asociado), mediante un enfoque de desarrollo sostenible.

Es interesante señalar que en 1985, según un estudio llevado a cabo por el US Fish and Wildlife Service de los EU, un total de 167.5 millones de ciudadanos estadounidenses con edad de 6 años o más participaron en algún tipo de recreación asociada con la naturaleza, incluyendo actividades tanto consumidoras (caza y pesca) como no consumidoras (US Fish and Wildlife Service, 1988).
Estas últimas superaron en número ampliamente a las actividades consumidoras: 161 millones de personas, contra 50.6 millones de pescadores deportivos y 18.5 millones de cazadores deportivos. Los gastos no consumidores de norteamericanos (con edad mínima de 16 años) fueron de US $14,000 millones, de los cuales US$ 4,400 millones estuvieron relacionados con viajes. 29.5 millones de estadounidenses de 16 años o más hicieron viajes con el propósito fundamental de observar, fotografiar y alimentar a la fauna silvestre. Como la categoría aislada más importante, la observación de aves proveyó solaz fuera de su sitio de residencia a 25.0 millones de personas. Los 29.5 millones de viajeros llevaron a cabo 274 millones de viajes, incluyendo a 1,130,000 de ciudadanos de los EU que visitaron en 1985 al menos un país extranjero con fines ecoturísticos, habiendo permanecido un total de más de 8 millones de días en el extranjero. Si consideramos un gasto promedio de US $100 por día, esto significa un gasto superior a US $ 800 millones para todos los países extranjeros visitados por turistas de la naturaleza norteamericanos en 1985.

Lamentablemente, el estudio de referencia no da mayores indicaciones en relación a cuáles son los países extranjeros que más visitan estos turistas naturalistas estadounidenses. México, por su ubicación geográfica tan próxima a los EU, debería ocupar la más alta posición como destino ecoturístico extranjero preferido de los norteamericanos. Sin embargo, parece ser que no es así, debido en gran medida a que se ha hecho hasta ahora muy poco para promover la imagen ecoturística de México a nivel internacional.

En 1989 se estimó que un total de US $ 25,000 millones fueron transferidos por la actividad turística en general de los países del norte hacia los del sur. De esta cifra es evidente que la mayor parte corresponde a viajes de negocios y de turismo "convencional", pero lo que es indudable es que el porcentaje correspondiente al ecoturismo está creciendo de manera notable cada año (Kutay, 1989).

Se requiere de una cuidadosa planeación para evitar los potenciales efectos negativos del turismo de la naturaleza, en especial la tendencia de la gente local a visualizar las áreas protegidas como áreas establecidas para el beneficio de extranjeros más que para ellos mismos. Asimismo, si los tomadores de decisiones en las altas esferas gubernamentales llegan a creer que los parques nacionales existen fundamentalmente para obtener recursos económicos, y las expectativas en ese sentido por algún motivo no se cumplen, hay el riesgo de que se empiecen a buscar otros usos más rentables para esas tierras. También existe el peligro de que los gobiernos intenten obtener el máximo de ingresos económicos de las áreas legalmente protegidas mediante un desarrollo físico inapropiado. Los grandes hoteles, las carreteras de alto impacto ambiental y los campos de golf que son desarrollados para atraer a más visitantes pueden disminuir los valores naturales de un parque nacional y finalmente convertirlo en una área cuyo objetivo principal es el turismo masivo en lugar de la conservación y el uso sostenido de sus recursos (lo cual ya está ocurriendo en varios parques nacionales de EU). Es por ello que las autoridades encargadas del manejo de los parques nacionales y otras áreas protegidas deben trabajar estrechamente con las autoridades de turismo, buscando el equilibrio adecuado en la actividad turística.

Kenia es uno de los pocos países en vías de desarrollo que en la actualidad tiene una política explícita consistente en que la fauna silvestre rinda más beneficios económicos a través del ecoturismo que de la cacería, por ejemplo. Un estudio realizado por Western (1984) hace varias estimaciones del potencial económico de diversas opciones para el uso de la tierra en el Parque Nacional de Amboseli. Esta región árida ofrece pocas alternativas además de la ganadería y la explotación de su fauna silvestre a través del turismo. En 1972, de acuerdo con este estudio, la opción ecoturística generó 166 veces más ingresos que la actividad ganadera. Haciendo proyecciones, se estimó que el ecoturismo podía generar alrededor de US $ 8 millones anuales (contra tan sólo $450,000 si todo el parque se abocara a la ganadería y al pastoralismo). El asignar un valor económico a las especies de fauna silvestre (conservándolas vivas en su medio natural) puede ayudar a su conservación. Un análisis del valor de los leones en Amboseli mostró que éste era de US $ 27,000 anuales por león (como atractivo ecoturístico).
En otro estudio clásico realizado por Thresher (1981), se estimó que un león macho puede atraer divisas extranjeras por US $ 515,000 durante toda su vida (como atracción turística) comparado con tan sólo US $ 8,500 si el león se usara como recurso de la caza deportiva y entre US $ 960 y $ 1,325 si se usara para fines comerciales. Dicho autor estimó que más de 2,000 empleos se generaron en 1980 en Amboseli por la actividad ecoturística. Estimó también el valor de la manada de elefantes de Amboseli en US $ 610,000 por año. Es obvio que estos animales tienen un mayor valor vivos (como atracción turística) que muertos. El valor comparativo de cacería sería menos del 10 % de esta cifra. Más aún, los ingresos netos del parque (debidos básicamente al turismo) se estiman en US $ 40 por Ha por año, comparado con US $0.80 por Ha por año si se dedicara a la agricultura intensiva.

Lamentablemente este tipo de estudios económicos comparativos no han sido aún realizados a fondo en México, lo cual evidentemente daría argumentos muy sólidos para la conservación de los ecosistemas. En la Sección 3 describiremos la poca información disponible para México relativa a la interacción ecoturismo- desarrollo socioeconómico.
De manera de responder adecuadamente a las demandas socioeconómicas de los parques nacionales y otras áreas protegidas, Miller (1980) enfatiza la necesidad de que los parques cuenten con sociólogos y economistas - quizá hubiera que agregar a licenciados en administración de empresas - entre su personal. El sociólogo del parque (especializado en recreación) sería así responsable de las investigaciones relacionadas con los usuarios del parque, así como con las poblaciones locales próximas al parque, y de la manera de involucrar a éstas en las actividades de manejo (incluyendo el proceso ecoturístico) de dicha área protegida. Por otra parte, el economista del parque se responsabilizaría de la signación y uso de los recursos del parque, buscando nuevas fórmulas para incrementar sus ingresos y su nivel de autofinanciamiento.

No hay comentarios: